El autor de este post es el compositor de cine Jeff Rona. Jeff fue el primer presidente de la MIDI Manufacturers Association y jugó un importante papel en los inicios del MIDI, de los que ahora nos da su visión.
En 1982 yo era un joven compositor que escribía música para teatro y danza, además de programar sintetizadores para algunos artistas, para ganar dinero. Pero me surgió una oportunidad inesperada y extraña, que en aquel momento parecía apropiada. Yo era uno de los primeros en Los Angeles en experimentar enlazando ordenadores personales —algo muy nuevo en aquella época— con sintetizadores. Tenía un mentor informático, un científico de los Jet Propulsion Laboratories, cuya afición consistía en desarrollar hardware y software para hacer música. Todo era muy experimental, pero se podían conseguir cosas increíbles con algo de esfuerzo. Aprendí lo suficiente de programación como para resultar peligroso. Todo era puramente musical. Yo no era un experto en software, de ningún modo, pero tenía buenas aptitudes —fui invitado a hablar sobre ordenadores y música en la primera conferencia TED—.
Estaba yo en una tienda de música en Hollywood y tuve una conversación con un par de tipos de Roland que estaban allí casualmente. Cuando les dije lo que estaba haciendo con sintes y ordenadores, se emocionaron mucho. En cosa de un par de días me vi en la oficina de Tom Beckman, presidente de Roland US, explicando mi trabajo y trayectoria. Cuando me preguntó si quería un trabajo y si era capaz de desarrollar software musical, básicamente le mentí, y dije que sí. Me hice programador y diseñador de instrumentos para Roland ese mismo día. Tras unas semanas de arranque —me busqué un profesor de programación para ponerme al día rápidamente— tuve mi primer encuentro oficial con algunos de los mejores ingenieros y diseñadores de Roland, que habían llegado a L.A. desde el cuartel general de Roland en Japón.
Congeniamos muy bien desde el primer momento. Yo había aprendido algunas palabras en japonés e hice todo lo posible para expresar mi profunda admiración por su trabajo —¡uno de mis invitados había diseñado la caja de ritmos TR-808!—. Me trajeron dos teclados prototipo, me mostraron un jack de 5 pines en su parte trasera y dijeron: “nos parece que esto es muy útil… queremos que dediques todo tu tiempo a escribir software para esto”. Eran, seguramente, los dos primeros instrumentos MIDI de Estados Unidos. El plan consistía en desarrollar software para mostrar lo que se podía hacer combinando teclados y secuenciación. Yo estaba pasmado; ya había escrito algún programa para secuenciar sintetizadores analógicos con una interfaz de ordenador pre-MIDI, pero esto era un mundo completamente nuevo.
Pocos meses después me pidieron que representara a Roland en un pequeño encuentro privado en el NAMM Show para debatir cómo las compañías americanas de instrumentos musicales podrían coordinar sus esfuerzos en hacer del MIDI un auténtico estándar que fuese útil, funcional y consistente. No puedo recordar a cada uno de los que estaban allí, pero sí recuerdo a Bob Moog, Tom Oberheim, Dave Smith, Roger Linn e ingenieros y diseñadores de Yamaha, Roland, Akai, Casio, Korg y algunas otras marcas que comenzaron con el MIDI —este fue también el NAMM Show de 1983 donde el MIDI se mostró al público por primera vez por mi compañero de Roland US Jim Mothersbaugh—.
Mothersbaugh y Dave Smith mostrando el MIDI públicamente por primera vez
Todos estaban de acuerdo en que se necesitaba una coalición de todas las partes interesadas para ayudar a que el MIDI despegase y fuese utilizado por el mayor número posible de fabricantes. La cuestión era encontrar a alguien que quisiera iniciar toda esta cooperación técnica. Nadie tenía interés en ocuparse de la monumental tarea de formar una organización de compañías de instrumentos musicales —competidoras— para diseminar, compartir, desarrollar y poner a prueba esta nueva tecnología a gran escala. Como miembro más reciente del grupo, yo tenía la menor responsabilidad de trabajo, pero la idea de poner todo eso a funcionar me resultaba totalmente irresistible. Hablé y dije que asumía la responsabilidad de conformar una entidad ejecutiva oficial para el MIDI. Recuerdo que Tom Oberheim, al que nunca había visto antes, dijo: “¡Fantástico! ¿Y tú quién eres?”
En las semanas siguientes, la enormidad de la tarea se hizo más evidente. Mientras que Dave Smith, líder de Sequential Circuits, fue el hombre que inicialmente concibió un protocolo universal para todos los instrumentos musicales, los aspectos prácticos del MIDI se decidieron en Japón, principalmente por un ingeniero de Roland trabajando con otro de Yamaha. Yo había hecho migas con ellos, y empecé a ayudar en el diseño de la primera interfaz MIDI para ordenador, la MPU-401. De este modo, inicié un diálogo con ellos para discutir los desafíos de convertir al MIDI en una tecnología universalmente aceptada por cualquier compañía de instrumentos del mundo. Varias compañías habían prometido no tocar jamás el MIDI por diversas razones, técnicas y políticas; algunas eran grandes nombres de la industria. Y muchas compañías simplemente no habían oido hablar de nuestro trabajo aún.
Me fui a visitar a un abogado en Los Angeles para montar una corporación oficial sin ánimo de lucro, que sería la entidad oficial para el desarrollo del MIDI. Serviría para recaudar cuotas —libres de impuestos—, generar los documentos técnicos oficiales que tendrían que seguir los ingenieros, y supervisar el desarrollo de las capas hardware y software del MIDI. Tuve que pensar en un nombre para los papeles de alta, y se me ocurrió MIDI Manufacturers Association; la MMA. A mediados de 1983 eramos 10 o 12 miembros, listos para empezar. Hicimos un pacto para trabajar en conjunto con nuestra contrapartida japonesa, el Japanese MIDI Standards Committee (JMSC o sólo “MIDI Committee”, por abreviar).
La mayoría de los estándares técnicos son supervisados por comités sancionadores gubernamentales y procedimientos legales muy rigurosos. Todas las especificaciones de audio, estándares de broadcast, formatos de código de tiempo, el Compact Disc… todas eran tecnologías que empezaron con la cooperación de empresas privadas trabajando con los grupos y protocolos estándar gubernamentales, y todos necesitaron años para completarse antes de llegar al público. Muchas tecnologías eran ya medio obsoletas cuando llegaban a las tiendas. Nosotros no queríamos eso, así que decidimos mantenernos al margen de la supervisión del Gobierno. Esto trajo problemas: por ejemplo, si el MIDI debía tener un logo oficial —como los Compact Disc—, ¿quien decidiría que una compañía había implementado correctamente el MIDI y podía mostrar ese logo? Y si no lo hacían ¿podríamos pararles? ¿Quién les demandaría? ¿Se sostendría ante un tribunal? ¿Cómo podrían ratificarse como “oficiales” los futuros protocolos MIDI? ¿Daríamos licencias a las compañías a cambio de una tarifa? ¿Quién era el propietario del MIDI? Todo esto ponía nerviosos a algunos, pero nosotros dejamos esas preocupaciones de lado para centrarnos en encontrar las mejores maneras de llevar el MIDI a la luz. Las compañías que estaban con nosotros al principio pensaban que el MIDI ayudaría a vender un montón de teclados más, y eso era un buen incentivo para moverse rápido. Pocos imaginaban en ese momento lo explosiva y exitosa que sería esta tecnología —se veía como poco más que una técnica útil para músicos “high end” que trabajaban con múltiples teclados o en un estudio—.
El NAMM Show tiene lugar dos veces al año. El Winter NAMM se hace en Anaheim (California), enfrente de Disneyland, a una hora al sur de Los Angeles. El Summer NAMM se hacía en Chicago, pero en este año en particular el evento se había movido a Nueva Orleans. Como recién nombrado líder de la MMA —fue algo más a cara o cruz que una elección—, me impuse la tarea de organizar un encuentro privado allí e invitar a compañías de instrumentos de todo el país y Europa para mostrarles lo que era el MIDI, e intentar así que la MMA avanzase. Miembros del JMSC se ofrecieron a asistir, dando un reconocimiento oficial a la MMA para todas las compañías que utilizasen MIDI fuera de Japón.
Por esa época también existía un grupo de usuarios para músicos interesados en aprender sobre esa interesante novedad del MIDI. Su responsable era un músico de Los Angeles llamado Lachlan Westfall, y nos hicimos buenos amigos. También era un hábil diseñador de impresión, y yo estaba en plena traducción del japonés al inglés de la primera edición de la “MIDI Specification 1.0” oficial. Lachlan me ayudó con eso, y acordamos continuar colaborando de diversas formas. Nos pasamos días repasando revistas de música, buscando cualquier compañía que pudiera estar interesada en utilizar el MIDI. Envié invitaciones para acudir al NAMM y ser parte de este nuevo movimiento del MIDI y la MMA. Sentar juntos a rivales y competidores era algo que no se había oído antes. Antes del MIDI, nunca hubo una necesidad de debatir nada en beneficio mutuo. Yo esperaba doblar el tamaño de la organización y quizá tener unos 20 miembros ese verano.
La invitación de Jeff Rona
La invitación privada de Jeff Rona
Sin estar seguros de que acudiera nadie, reservé una pequeña sala privada de reuniones en el Hilton de Nueva Orleans, así como refrescos y copias de las nuevas especificaciones MIDI, y preparé un itinerario para el encuentro. Estaba increíblemente nervioso, ya que era la primera vez que utilizaba dinero de la MMA para algo. No sólo estaba mucho en juego, sino que aún había un número de detractores que no querían que la MMA despegase. Entré en la sala para iniciar el encuentro, y en vez de las 20 o 30 personas que esperaba, me encontré con más de cien —ingenieros y ejecutivos de cada compañía de instrumentos, audio y publicaciones musicales que yo conociera—. Esto superaba todo lo que yo pudiera esperar.
Invité a pronunciar unas palabras a Karl Hirano, jefe de ingenieros de Yamaha en aquel momento —y desarrollador del DX7—, que también era presidente de la JMSC. Amablemente, reconoció a la MMA como el único grupo técnico con capacidad para desarrollar y ratificar nuevos protocolos MIDI fuera de Japón. Al final del encuentro, todas las principales compañías de instrumentos, así como las jóvenes startups, estaban ya a bordo. La MMA y el desarrollo del MIDI, marchaban a toda máquina. Y algunas de esas pequeñas startups acabaron siendo compañías muy exitosas.
Había muchos escollos en el camino, pero habíamos desarrollado un método de trabajo para proponer, enmendar y aprobar con rapidez nuevos elementos para el MIDI. Mientras que muchas implementaciones y mejoras del MIDI venían de Japón, la persona que en mi opinión impulsó el MIDI más que nadie fue un joven ingeniero (también de Sequential Circuits) llamado Chris Meyer. Chris es un genio total con una tolerancia increíblemente baja a los egos, errores, energía desperdiciada y basura de cualquier clase. Serio por fuera y encantador por dentro, fue absolutamente increíble trabajar con él, y mantuvo al resto de la MMA —a mi especialmente— de puntillas en todo momento.
Obviamente, el MIDI fue un éxito que llegó mucho más allá de las expectativas más locasque tuviera cualquiera al principio. Estaba en todas partes. En un momento dado, fuimos convocados por una de las instituciones gubernamentales americanas para decirnos que si no aflojábamos y hacíamos las cosas siguiendo el manual, el MIDI no iba a encontrarse más que con querellas y su posible destrucción. Acordamos reunirnos y discutir la opción de usar un método diferente, que implicaría disolver la MMA y permitir que una organización como AES o SMPTE tomase el control y llevase las cosas “como es debido”. Fue un encuentro extraño —de nuevo, en una trastienda del NAMM Show—. Asistió un pez gordo sin nombre de esa institución —llevaba dos pares de gafas gruesas como una botella de Coca-Cola; supongo que estaba casi ciego, y era totalmente friki—, Bob Moog, Chris Meyer, otro ingeniero y yo. Fue un encuentro bastante brutal; nos leyeron la cartilla como a niños que estuvieran a punto de estrellar sus bicis en un precipicio, enumerando todas las consecuencias potencialmente graves.
Al terminar, vimos con claridad en la MMA que teníamos que mantenernos en nuestros trece e ir por libre, o habríamos detenido los asombrosos cambios que estaban en marcha para la industria musical. El desarrollo de instrumentos MIDI llevaba pocos años en marcha, pero ya estábamos introduciendo protocolos para sincronizar dispositivos de vídeo, multipistas, iluminación, automatización de todo tipo, samplers, editores de patches y librerías, y especialmente, secuenciación con ordenadores, y todo iba realmente bien. En todo aquel rápido desarrollo y despliegue, sólo un puñado de productos llegaron al mercado con imperfecciones reales, lo que suponía un golpe maestro para la MMA.
Sin importar cómo “debían” hacerse las cosas, las estábamos haciendo bien, y la industria musical se volvía loca. El MIDI impulsó a los sintetizadores mucho más en la corriente principal de la producción musical y las actuaciones en vivo. Según mis cálculos, ninguna otra tecnología digital —ni de otra clase— ha tenido éxito al ritmo y nivel del MIDI a escala global.
Fui responsable de la MMA durante siete años. A mitad de ese período, me fui un par de años para concentrarme en mi música, pero volví para que las cosas siguieran moviéndose con la mayor suavidad posible. Pero, cuando mi trabajo como músico en estudios de grabación y compositor para cine y TV despegó, tuve que dejar mi papel en la MMA. Fue increíblemente triste dejarlo, pero ya no era un desarrollador activo —había dejado mi trabajo en Roland unos años antes—. Toda esa gente maravillosamente friki que lo empezó todo —casi todos ellos músicos magníficos de un modo u otro— habían llegado a ser algunos de mis mejores amigos.
Actualmente voy a los NAMM Show para encontrar el mejor hardware y software para mi estudio, y tengo la suerte de encontrarme a muchas de aquellas personas que estuvieron allí desde el inicio. Son algunas de las personas más inteligentes que jamás he conocido. Ycompartimos una sonrisa por algo de lo que podemos estar muy, muy orgullosos.
Yo sé que lo estoy.
FUENTE: HIPASONIC
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